Posiblemente, el parquímetro es uno de los artilugios más odiados por los conductores, ese cacharro infernal, blindado y casi indestructible que pone precio arbitrario al tiempo. Pocos saben que la aparición de este tuvo poco que ver con la pacificación del tránsito ni con la gestión de este. Estuvo mucho más relacionado con el afán de los comerciantes de Oklahoma City de conseguir que sus clientes aparcasen sin problemas, y tambíen con una pequeña y casi divertida lucha de derechos laborales entre los comerciantes y sus empleados.
El parquímetro es un invento de un señor llamado Carl C. Magee, quien patentó el invento en 1932, aunque existen algunas patentes previas que nunca llegaron a funcionar. Consiguieron instalar las primeras unidades en la ciudad de Oklahoma City, aproximadamente en el 1935.
Por aquella época, en los Estados Unidos, la cultura del automóvil estaba explotando. Se estaba forjando el nuevo modelo de ciudad americana, muy extensa, con grandes zonas comerciales completamente separadas de las residenciales, con un modelo que ya se apoyaba fuertemente en el coche privado para el transporte.
Y los vendedores de la ciudad de Oklahoma detectaron un problema: Las plazas de aparcamiento frente a sus tiendas estaban permanentemente ocupadas por los coches de sus empleados, dificultando de este modo que sus clientes pudiesen aparcar con comodidad. No sirvió de nada el aviso a los empleados de no aparcar frente a los comercios, estos se organizaban rápidamente de manera anarquica y estacionaban el coche 2 calles más allá, provocando que otros empleados hiciesen lo propio.
Y aquí es donde el invento de Carl C. Magee encontró el abono perfecto para triunfar. Como nota curiosa, los primeros parquímetros se instalaron sólo en un lado de la calle y a coste cero para el ayuntamiento. Los conductores podían elegir entre buscar una plaza gratis, o pagar 5 céntimos por hora. Un semana después, los comerciantes con parquímetros instalados frente a sus tiendas reportaron un incremento de las ventas. Pronto, los comerciantes de la acera contraria empezaron a pedir también un parquímetro frente a ellos.